Sevilla_

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"...un relato es una carta que el autor se escribe a sí mismo para contarse cosas que de otro modo no podría averiguar". Carlos Ruiz Zafón

jueves, 12 de abril de 2012

Mirar hacia Arriba desde Arriba


A veces me subo ahí arriba a para sentir el viento, sus caricias, sus susurros… Me gusta oír que nadie me oye; ver que nadie me ve; sentir que nadie me siente. Es increíble, pero la gente no mira hacia arriba, solo mira sus pies, en esa rápida y estresada carrera en que se ha convertido la vida para muchos. Están abajo, y solo miran hacia abajo.
Me subo ahí arriba cuando el viento me llama a subir. Y hoy… Hoy el viento me ha llamado con más fuerza que nunca. La vida me estaba agobiando, los estudios, las peleas… y el viento me ha acariciado la cara, aun estando aquí abajo. Y me ha dicho al oído:

“Ven… ven conmigo y háblame… sube aquí arriba conmigo”

Y he subido, porque él me ha llamado, y porque a mí también me hacía falta… He subido, como siempre, ahí arriba. Porque el viento hoy… el viento hoy estaba tan bello esperándome… Ese viento, esas suaves y frescas ráfagas primaverales acariciándome el rostro… Y he subido. Pero la puerta estaba cerrada hoy. Y mi mundana cobardía me ha echado atrás, y no la he cruzado.
Pero el viento me llamaba con fuerza, y he buscado otro arriba. No era igual, pero me acercaba lo suficiente al viento de hoy, ese que anuncia lluvia con cada remolino de papeles que levanta del suelo, ese frío y arrebatador viento de los extraños días de primavera.
Y subí arriba. Y miré hacia abajo, hacia aquellos que no miran hacia arriba. Y sentí necesidad de mirar hacia arriba, de mirar hacia arriba desde arriba.
Y he visto el viento, y él me ha visto a mí, aunque para el resto del mundo fuera invisible.
Y he sentido el viento, y él me ha sentido a mí, aunque el resto del mundo no sintiera mi presencia.
El viento me ha hablado, me ha susurrado al oído, me ha gritado, y yo he escuchado. Y yo le he hablado al viento, y él me ha escuchado con paciencia, cada una de mis palabras, y me ha correspondido.

“Oh viento querido. Ahí abajo no siento apenas tus abrazos, tus caricias. Y el mundo apenas sabe de tu existencia… Por eso he subido, para encontrarme contigo, para hablarte, para sentirte, para oírte…”

Y mientras yo cortaba su paso fluido, el me desnudaba, me despojaba de mis ropas, me acariciaba el cuerpo con sus suaves brazos… Y ha sacado de mí lo que nadie más puede sacar.
Y me ha hecho volver a sentir esa paz que necesitaba.

Porque no hay nada como las caricias del viento de arriba, cuando abajo te abofetean.